viernes, 16 de enero de 2015

La cortemos con el humito

Si a pesar de ser sus creadores nuestras creaciones encierran en su más profundo interior una llama de existencia propia? ¿Si en realidad las hacemos motivados por la influencia de sus partes que al tomarlas en nuestras manos nos dicen que hacer? Yo siempre me pregunté por qué al tomar un elemento en mis manos antes de hacer una artesanía “siento” perfectamente qué debo hacer con él.
¿Algo en ese elemento me dicta su voluntad? ¡Qué sé yo! La verdad es que el motivo que me motiva no es motivo suficiente. Si el que decide que esa caña será un porta sahumerios o un lapicero soy yo, o un dios artesanal que a través de las vetas de la caña me guía o es Tinker Bell el hada artesana, me da lo mismo.
Yo sigo adelante transformando esa materia prima en algo que me llena el alma. De eso sí estoy seguro. Hacer artesanías me llena el alma. Yo despejo mi mente, ejercito mis manos, me libro de tensiones y creo (de crear). Cuando termino, aquello que inicié es algo que me gusta. Lo miro. Lo pongo en la repisa, y lo vuelvo a mirar. Y otra vez. Y cada vez que paso por allí lo observo nuevamente. Casi siempre me siento satisfecho. Y si no es así comienzo de nuevo.
Eso sí, mientras hago una artesanía, me imagino otras. Mientras como un pollo, ya veo el hueso de la patita como una lapicera. Si destapo una botella ya la veo como un vaso o una lámpara.
Me pasa cuando como, cuando camino, cuando estoy en el baño. Mi mente no deja de imaginar qué hacer con lo que está a mi alrededor.
Sin ir más lejos, hace unos días estaba en el baño y me di cuenta que ya me había leído todas las revistas y libros, etiquetas de los champúes y enjuagues, de las cremas y “demases” que había allí. Así que desorientado comencé a mirar a mi alrededor (si esto es posible mientras se está sentado en el baño), y cuando ya estaba por sumirme en la desesperación por no encontrar algo distinto que leer, vi detrás de mí el milagro de la sanación para mi hiperactividad: un tubo de papel higiénico vacío.
Mis manos comenzaron a temblar de la emoción y tomé este elemento descartado y en pocos movimientos y con sólo un par de pliegues, surgió algo inesperado. Ahora espero con ansias para que “ese” rollo de papel se acabe para dar rienda suelta a ese artesano que llevo dentro. ¡Ya no más tiempo desperdiciado cuando voy al baño!!!!!!!

Sí, ya sé. Voy a comenzar a aflojar con el humito del sahumerio.