Lo que pensamos, tiende a reflejar lo que somos. Lo que
hacemos, tiende a reflejar lo que pensamos. Es así que cuando alguna de
nuestras obras artesanales surge de un material en bruto no suele ser sólo una
idea. También es pensamiento, sentimiento, estado de ánimo. Entonces, generalmente una obra finalizada es más que
un elemento utilizable. También lleva dentro suyo una parte humana, una parte
que vive. Y quizás esa parte no tenga vida en sí misma, pero sí la transmite.
Por eso es que, aunque a veces parezca que no, sí entiendo a mi mamá cuando
guarda un pedacito del plato que era de su abuela, un encaje del vestido de su
madre, una foto desteñida de algún pariente del que poco sabe. Porque todo lo
que somos ya fue pensado por alguien antes de nosotros, y eso se transmitió de
generación en generación, y las cosas legadas por nuestros nonos a nuestros
padres, y a nosotros, y luego a nuestra posteridad, tienen algo de ellos a lo
que sumamos lo nuestro. Y lo que para alguien es sólo un pedazo de plato, para
otros es un legado invaluable.
Así sentimos los artesanos. No es solamente una artesanía,
es un legado. O una parte que se desprende de nosotros y se instala en ese
objeto. Así como en la historia de Harry Potter, un mago puede fragmentar su
alma e instalarla en un Horrocrux, un objeto muy poderoso, con el
propósito de alcanzar la inmortalidad.
Perpetuarnos a través de los tiempos. En la obra de nuestras
manos. En eso nos convertimos.
Eso somos nosotros… un pedacito de plato.